Honor reivindicado by Radclyffe

Honor reivindicado by Radclyffe

autor:Radclyffe
La lengua: spa
Format: epub
editor: Egales
publicado: 2012-03-08T00:00:00+00:00


CAPÍTULO DIECIOCHO

Los pasillos estaban iluminados, sumidos en un silencio fantasmal y totalmente vacíos. La capitana Andrews iba a la cabeza, con Demetri detrás de Blair y Stark, que caminaban en silencio. Las habitaciones que se alineaban a cada lado del pasillo estaban cerradas, y en las puertas sin cristaleras no había números. En el aire flotaba un ligero olor a antiséptico. Tras un trayecto de veinticinco minutos en coche hasta una pequeña pista de despegue de Queens y dos horas en helicóptero, aterrizaron en el tejado de un edificio del vasto complejo que albergaba el Hospital Militar Walter Reed. Blair no reconoció el lugar y supuso que se trataba de una unidad de investigación dado el carácter de su incidente. Pensó en preguntar, pero se dio cuenta de que seguramente no obtendría ninguna respuesta. El rugido de los rotores del helicóptero había impedido toda conversación, incluso con la Casa Blanca, salvo una escueta comunicación y el tiempo estimado de llegada transmitidos a Washington, seguramente a Lucinda, a través de Grau. Sin embargo, en aquel momento Blair estaba muy nerviosa. Le daba la impresión de que, si traspasaba una de aquellas puertas cerradas, tal vez no volviese a salir. Pidió algo que supuso que no podrían negarle.

—Quiero hablar con mi padre.

Stark, a su lado, murmuró un «amén» casi inaudible.

La capitana Andrews continuó con su paso enérgico.

—El Presidente está al tanto de su situación, señorita Powell. En cuanto realicemos las pruebas, podrá llamarlo. Pondremos un teléfono en su habitación.

—¿Mi habitación? —Blair se detuvo en seco y, al hacerlo, el capitán Demetri casi chocó contra ella—. ¿Significa eso que voy a quedarme aquí?

—Sí, temporalmente —la capitana Andrews miró a Blair y a Stark con expresión seria, pero comprensiva—. Hasta que tengamos los resultados de los cultivos y otros análisis, es mejor que estén en observación.

—Observación —Blair miró a Stark que tenía cara de pena—. Agente Stark, ¿le parece que he perdido la capacidad de razonar?

Los ojos de Stark se iluminaron, y su mascarilla se movió como si se riese en silencio.

—No, señora. Yo la veo muy bien.

—Porque me siento bien —precisó Blair en tono irónico. Se dirigió a la capitana Andrews—: No sé por qué piensa usted que soy incapaz de comprender lo que sucede. Entiendo que, por razones de seguridad, no me dejase hablar con mi padre antes, pero nos llevaremos mucho mejor si empieza a explicarme las cosas a partir de ahora. Ni siquiera le pido frases muy largas.

—Acepte mis disculpas, señorita Powell —dijo la capitana Andrews sin muestra de enfado—, pero en este momento tengo otras prioridades. Le daré todo tipo de explicaciones en cuanto la instalemos en una sala de aislamiento y hayamos realizado todas las pruebas.

Blair ignoró la punzada de aprensión al oír el término «sala de aislamiento». Quería información y no se iba a dejar amilanar por el miedo.

—Pues empezamos ahora mismo. ¿Qué tipo de pruebas?

—Se lo explicaré de camino —la médica del ejército reanudó el paso y, cuando Blair y Stark la siguieron, dijo por encima del hombro—: Cultivos de piel, sangre, esputos y orina.



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